La magia del rock de los 70 revive en manos de Greta Van Fleet, quienes con su deslumbrante actuación en el Wizink Center de Madrid, trasladaron al público a esa época dorada de la música. Este cuarteto de veinteañeros originarios de Michigan deslumbró con su virtuosismo vocal y guitarrístico, consolidándose como los herederos contemporáneos de Led Zeppelin.
Con un estilo glamuroso, estos jóvenes se visten al puro estilo de los años 70, reviviendo el hard rock y el folk rock con un derroche de talento que recuerda a la mítica banda de Jimmy Page y Robert Plant. Aunque no aportan nada innovador, mantener vivo el legado del rock clásico es un mérito que pocos pueden alcanzar. Ser comparados con Led Zeppelin es un honor para cualquier músico.
La noche en Madrid fue el escenario de la gira de su último álbum, Starcatcher, junto con temas de su disco anterior, The Battle at Garden’s Gate. Con una audiencia ligeramente más joven que la usual en conciertos de rock, Greta Van Fleet demostró que el género tiene seguidores de todas las edades, desde la juventud hasta quienes han pasado los 40.
El setlist ofreció una mezcla de canciones de sus álbumes más recientes, con un interludio acústico que incluyó una versión de «Unchained Melody». Durante el concierto, el cantante Josh Kiszka se mostró carismático, interactuando con el público y transmitiendo mensajes positivos.
La banda, sin escenografía espectacular, se convirtió en su propio espectáculo. Ataviados con llamativos trajes y movimientos enérgicos, su presencia en el escenario fue hipnotizante. Con un repertorio variado y emotivo, Greta Van Fleet se despidió temporalmente, prometiendo regresar el próximo verano a los festivales europeos.